«Ecohéroes» tras las cámaras.

La semana pasada hemos presentando Ecohéroes a Cinedfest, un certamen educativo de cine. Nuestra propuesta es un cortometraje en clave cómica de siete minutos donde el alumnado del aula enclave reivindica la necesidad de reciclaje y la preservación del medio ambiente a fin de posibilitar el desarrollo sostenible.
  El cortometraje ya está colgado y disponible para su visualización pero ahora no deseo tanto publicitarlo como visibilizar la «filosofía» que hay detrás de lo que no parece más que la desenfadada ocurrencia de disfrazar a un grupo de alumnos para encharcar los baños del centro. Por desgracia, en el ámbito de la educación, a menudo se tiende a confundir la dureza con el rigor, la falta de empatía con la objetividad y el despotismo con la exigencia, de modo que suele asociarse una práctica docente descontextualizada de los intereses y las circunstancias del alumnado con una educación exigente y rigurosa, cosas que en realidad no tienen nada que ver. 
  Pero empecemos por el principio...   El curso pasado participamos por primera vez en Cinedfest, secuestrados por el entusiasmo de Carlos Clavijo. Tras rodar un «corto de urgencia» para participar en el certamen –lo grabamos en dos mañanas–, no acabamos mal parados, pues conseguimos el premio a la mejor comedia. Está visto que lo de reírnos se nos da bien. Tras esa experiencia, la idea de Ecohéroes surgió más o menos así: Carlos se me acercó Ipad en mano, con una aplicación llamada «Clip» abierta. Me dijo: «¡Mira! Graba vídeo como si fuera un cómic». Hasta ahí bien. Lo peor vino después: «¿Se te ocurre alguna idea para hacer un corto sobre superhéroes?». Para quien no nos conozca, esta escena tiene trampa por lo siguiente: desde hace casi una década Carlos lleva haciéndome preguntas parecidas con insólitas variantes. Nunca le he contestado que no y el resultado bien podría clasificarse como una suerte de antología del disparate.
  Ahora bien, ¿cómo se pasa de esa ocurrencia a encauzar una experiencia educativa? Pues más o menos como les resumo a continuación. Fueron varias las razones que nos llevaron a optar por el alumnado del aula enclave para que protagonizase el vídeo. Por una parte, estos habían trabajado el tema del reciclaje el curso anterior, por lo que estaban previamente sensibilizados con la temática. Por otra, este grupo lleva solo unos años con nosotros y por sus particulares características estamos muy pendientes de fomentar su integración. Son parte de la vida del centro y no solo una isla dentro del mismo. Esto resulta enriquecedor para todo nuestro alumnado. Así las cosas, este sería su corto y sus compañeros de otros cursos los ayudarían a salir adelante con buen pie, materializando una propuesta de aprendizaje-servicio. 
  Llegados a este punto, tocaba ponerse a dar clase. ¿Por qué demonios estábamos haciendo guiones de cine en clase de lengua en vez de profundizar en los entresijos del «se» impersonal? Para empezar, porque en un guión se combina el texto dialógico con el descriptivo y el narrativo, que, mira por dónde, resulta que tiene mucho que ver con la lengua. Pero más importante que eso es que contar historias resulta apasionante e inherente a la humanidad. Pocas cosas son más satisfactorias y provechosas que crear algo de lo que sentirse orgulloso y muchas son las competencias que desarrollan en ese proceso. 
  La trama de «Ecohéroes» responde al esquema clásico de cualquier narración: planteamiento, nudo y desenlace. Viendo las noticias, nuestro protagonista descubre que no somos precisamente respetuosos con el medio ambiente. Alarmado, intenta concienciar a sus compañeros pero su profesora le explica que en nuestro centro se recicla y que ya hacemos cuanto podemos. Para que lo ratifiquen, los envía a «inspeccionar» el centro. Al hacerlo, descubren que no se usan adecuadamente los contenedores, que se malgasta el agua y se tira la basura al suelo. Hasta aquí el planteamiento, para el nudo y el desenlace mejor ver el corto.
  La base de esa reivindicación surgió de un trabajo del alumnado que el año pasado cursaba 1º de Bachillerato. Estos aprendieron a redactar textos expositivos-argumentativos haciendo periodismo. Analizaron qué se podía mejorar en esta pequeña sociedad que es nuestro centro y buscaron difundir esa información por escrito. Localizado ese problema, Ecohéroes ha querido incidir en los tres aspectos más relevantes al respecto: la limpieza en el recreo, el desperdicio de agua y el uso inadecuado de los contenedores. No hay nada como algo de crítica social aderezada con humor para incentivar una ciudadanía participativa. Tampoco sobra la autocrítica en una sociedad donde a menudo caemos en la tentación de considerar que todo lo que hacemos está bien solo para esquivar el esfuerzo que implica mejorarlo o la frustración de tener que asumir nuestras responsabilidades (botes de crema robados y títulos universitarios no cursados incluidos).
  Con toda esta materia prima, se realizó el guion y se usó como modelo para que el alumnado de 1º de Bachillerato escribiera otros sobre el sexismo y la transexualidad, abordando dos temas del proyecto de Igualdad. Muchos de esos cortos se rodaron en el primer trimestre y hay una muestra disponible en la web del proyecto «En Positivo». 
  Ahora, nos tocaba ponernos a rodar. Fue el momento de evaluar, y por evaluar no nos referimos a poner un 0,25 o un punto de más o menos a alguien. Evaluar no es calificar sino analizar la práctica educativa para reorientarla y adecuarla. En este caso, teníamos un guion terminado para un grupo que mostraba serias dificultades para llevarlo a cabo. Por ello, sus compañeros de Bachillerato se encargaron de protagonizar las escenas más complicadas a modo de «borrador» para que los Ecohéroes pudieran verlas antes de rodarlas y así aprender cómo situarse y actuar. De nuevo solidaridad, trabajo en equipo, empatía, análisis y resolución de problemas y creatividad, por no hablar de la generosidad con la que se «invisibilizó» el trabajo de muchos otros para que brillaran los protagonistas del cortometraje. 
  Cámara en mano, se puede decir que naufragamos en el caos. Mientras preparábamos los créditos finales, nos vimos recurriendo a las tomas falsas para saber quiénes habían hecho de extras, grabaron o ayudaron de cualquier otra manera. El resultado fue apabullante. Más de cien personas han colaborado de una u otra forma en null. Mientras rodábamos, quienes estaban cerca no dudaban en empuñar una cámara o un micro para ayudar. Cuando hacían falta extras, tocábamos en algunas de las clases que ayudaron con el guion y, al instante, había un pequeño ejército dispuesto a salir a escena para sacar adelante al proyecto siempre con una sonrisa en la cara. Pero esa colaboración tampoco es casual. Ese caos del que les hablaba más arriba es solo aparente. Tras una década añadiéndole capítulos a esta antología del disparate que es educar en el IES Playa de Arinaga, nuestro alumnado está más que dispuesto a embarcarse en cualquier proyecto porque sabe que, haciéndolo, forma parte de algo que le apasionará y de lo que luego se sentirá orgulloso.
  Como a menudo es difícil advertir el rigor, planificación, profesionalidad, trabajo y exigencia que hay detrás de propuestas tan alocadas como Ecohéroes, me ha parecido oportuno dedicar esta entrada a recordarlo. Han sido cientos de horas y más de un centenar de personas dedicadas a un cortometraje de siete minutos. 
Daniel Bautista
 

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